DÍAS DE TUPPER

Llegan los días de tupper. Se terminaron la deliciosas comidas caseras recién hechas sustituídas por los recalentados. Se acabó comer en el lugar donde todo alimenta que es la casa de uno. Momentos de conversaciones inexistentes y en muchos casos forzadas. ¿Y estos 45 minutos se suponen que definen mi tiempo de descanso? Me asusta lo que se entiende por descanso desde el punto de vista laboral.

MOMENTOS DEL AHORA

Se acabaron los momentos de bañera, las carreras por el pasillo, las conversaciones de balcón, la suciedad de una cocina para jugadores de baloncesto, los techos con fruteros... Quedaron atrás los fados de la vecina escuchados a lo largo de la calle más oscura: rua das flores sonaba por las noches. Dejamos de ver a la pintora de enfrente que dormía por el día; al perro que sacaba al niño; a la mujer del vaso de leche y al tendero con su frase "sucesso, maravilha".

El ahora traduce todos esos momentos a una habitación llamada estudio; a un vecindario que se asoma a una corrala; a unas calles con encanto, tiendas con solera, perros de raza y dueños de pedigrí.

CAMBIOS

Se avecinan cambios para mis más queridos: Carmen más cerca del balcón que le dará toda la luz que necesita; Alexandre en pocos días pondrá punto y final a su vida de platos y bandeja para echar a volar; Natalia y su independencia en el piso de Sofía; Ana y su vida en Lisboa; Julia acompañando a Diego en su primer año de vida; Paula comienza la guardería más feliz que un regaliz; mi hermana y su casa nueva. Y yo que pensaba que era la única que se planteaba el año de septiembre a junio. Parece que los nuevos propósitos no son exclusivos de fin de año.