domingo, 11 de septiembre de 2011

TIEMPOS DE AMISTAD

Después de un tiempo utilizando la palabra amigas cuando ni siquiera existían, es ahora cuando realmente aparecen. Se me hace raro después de tantos años "sola". Sigo sin pertenecer a un grupo, creo que es lo único claro que tengo después de mis años de adolescente: es mucho mejor ir por libre. Ahora vuelven los sms (mi móvil parece que revive), los planes... y aunque ligeramente ilusionada no puedo remediar sentir cierto recelo, o quizá sea miedo, por perder o abandonar algo que yo misma había ido cuidando todo este tiempo. Supongo que esto es lo que se siente cuando de repente aparecen nuevos personajes en tu vida y tienes que darles un sitio: yo tengo muchos vacíos pero realmente necesito que lo sigan estando.

Talk to me Maxim Nucci

jueves, 1 de septiembre de 2011

VUELTA A LOS MADRILES

Después de estos meses de letargo, retomo este blog que tantos recuerdos me sigue guardando.

1 de septiembre, regreso de Alexandre a Bruselas; primer día de curro después de las vacaciones y primer día en Madrid después de Oporto. No sé cual de estos tres acontecimientos hacen que esté agotada, (y no de bajón que sería motivo para estarlo) pero sí realmente exhausta por todos ellos.

La marcha de Alexandre me deja un poso amargo. Ese momento tan inevitablemente peliculero que vivimos cada cierto tiempo en el aeropuerto hace que regrese a casa con un gran vacío.

El trabajo después de un mes me espera (gran suerte dirían muchos) y yo lo retomo cual resignada. Los primeros días siempre son los mejores porque tienes la sensación de que estás de paso, es un mecanismo de defensa porque si ya de primeras piensas que todos los días de lunes a viernes hasta que llegue Navidad tienes que levantarte a las 7 de la mañana e ir al mismo sitio, ¿no sería para cortarse las venas? Creo que tampoco han ayudado mucho los comentarios de mi compañero y su viaje a Chicna del cual comentaba lo mucho que trabajan los chinos y lo poco que descansan (casi que salgo corriendo para respirar).

Y por último mi vuelta a los madriles, este sitio al que adoro desde la distancia. En estos momentos me vienen a la cabeza amigos que venían de paso y se escandalizaban al ver todo esto; me preguntaban si no me volvía loca por vivir en este caos, y ahora entiendo a lo que se referían. Volviendo del aeropuerto, el autobús cambia su recorrido, la calle Alcalá está cortada y llena de policías. Me bajo en cuanto puedo para poder ir caminando hasta casa. Supongo que no haber estado en Madrid durante el mes de agosto hace que me sienta extraña y mire todo y a todos como si fuesen marcianos. Sin quererlo ya doy mi primera carrera para cruzar un semáforo y eso que no tengo prisa y nadie me espera. Se me ocurre interrumpir mi paseo para hacer una compra de lo que más preciso (ya se sabe que después de las vacaciones las telarañas habitan en la nevera). Primera clavada en el Carrefour Express (y eso que se supone que es más barato) y es en ese momento acuerdo de Oporto y de sus ricos panes a 10 céntimos: primera torcedura de morro que se me acentua según voy encontrándome con todos los modernos del barrio, no puedo con tanta simpleza!!! Me quedo mirando a un chico y su perro de moda; lo lleva suelto o quizá el que se siente así es el dueño ya que ni siquiera se molesta en comprobar si su chucho le sigue a pesar de que éste pobre no hace más que avisarle con sus ladridos de que afloje o se irá con el primero que se ofrezca en prestarle atención: qué manera más moderna de sacar a un perro! Una vez recuperada de la clavada voy a mi tiendita de barrio como las de antaño a comprar cualquier cosa como excusa solamente para confimar que aquello de toda la vida sigue existiendo. Allí me encuentro con esa familia tan entrañable, tan acogedora y tan cómica porque si no fuera por sus atuendos no podría diferenciar quien es la madre, el padre y el hijo, son todos iguales!! Cuando compro el embutido miro al padre y él me recibe con una sonrisa. Aprecio que está moreno, sus pecas destacan más que otras veces y recuerdo que yo también he tomado el sol. Por un momento siento vergüenza. Entendí que su sonrisa era de bienvenida, sabía el por qué de mi ausencia este tiempo y presumía con su nuevo aspecto que él también había tenido sus merecidas vacaciones.

Supongo que todas mis apreciaciones se deben al descoloque que siento. Desde luego la vuelta no me ha sentado nada bien. Entiendo que volver a cualquier sitio que no hayas echado de menos de primeras no es muy agradable. Veremos como prosigue mi momento "no estival" en Madrid.