sábado, 22 de octubre de 2011

Eleanor Friedberger - My Mistakes

LA DESCONFIANZA

Una compañera de trabajo me decía si no prefería ser invisible por cinco minutos para dar de capones a más de uno. Yo la contesté que cinco minutos es poco tiempo pero que al margen de agresiones preferiría leer el pensamiento para descubrir las verdaderas intenciones de algunas personas. No me considero una persona inocente ni vulnerable pero en determinados momentos necesitas pensar que la persona que tienes enfrente te está diciendo la verdad, que es lo mejor para ti y no lo mejor para ella. A veces pienso que determinadas profesiones deberían ser ilegales, como la de los comerciales. He conocido en mis propias carnes a esas personas que definen como un lobo con piel de codero, en mi caso, era una loba escondida detrás de una hermosa sonrisa. En ese instante sentí estar en la película de "acorralado" porque no sabía como salir de aquella situación. Entendí su insistencia cuando me escuché diciendo varias veces NO y ella devolverme un SI; cuando yo la decía que el problema era económico, que no podía pagar esa cantidad desorbitada, y ella decía que me notaba que lo tenía claro por lo tanto el dinero no era lo importante. Pero yo no lo tenía claro, eso es lo que decían mis anotaciones, las que me había escrito minutos antes de entrar a la consulta. Previendo la lucha que se me avecinaba, tuve que poner en una libreta todos mis argumentos para no dejarme enredar. A día de hoy aún no sé cómo pude salir de esa. La miraba fijamente intentando adivinar a través de un parpadeo no controlado, de un movimiento de cabeza nervioso o cualquier atisbo de descuido, cuáles eran sus verdaderas intenciones. En el fondo no podía evitar la desconfianza que me estaba trasmitiendo y me daba por pensar en su familia, si se sentiría orgullosa de verla en ese momento, intentando sacar hasta los higadillos a una pobre mileurista y más por un tema de salud. En fin, que cada uno se supone que tiene que hacer lo mejor que pueda su trabajo pero que pocos escrúpulos hay que tener para desempeñar algunos.

Franz Ferdinand - Eleanor Put Your Boots On (2006)

domingo, 16 de octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

TIEMPOS DE AMISTAD

Después de un tiempo utilizando la palabra amigas cuando ni siquiera existían, es ahora cuando realmente aparecen. Se me hace raro después de tantos años "sola". Sigo sin pertenecer a un grupo, creo que es lo único claro que tengo después de mis años de adolescente: es mucho mejor ir por libre. Ahora vuelven los sms (mi móvil parece que revive), los planes... y aunque ligeramente ilusionada no puedo remediar sentir cierto recelo, o quizá sea miedo, por perder o abandonar algo que yo misma había ido cuidando todo este tiempo. Supongo que esto es lo que se siente cuando de repente aparecen nuevos personajes en tu vida y tienes que darles un sitio: yo tengo muchos vacíos pero realmente necesito que lo sigan estando.

Talk to me Maxim Nucci

jueves, 1 de septiembre de 2011

VUELTA A LOS MADRILES

Después de estos meses de letargo, retomo este blog que tantos recuerdos me sigue guardando.

1 de septiembre, regreso de Alexandre a Bruselas; primer día de curro después de las vacaciones y primer día en Madrid después de Oporto. No sé cual de estos tres acontecimientos hacen que esté agotada, (y no de bajón que sería motivo para estarlo) pero sí realmente exhausta por todos ellos.

La marcha de Alexandre me deja un poso amargo. Ese momento tan inevitablemente peliculero que vivimos cada cierto tiempo en el aeropuerto hace que regrese a casa con un gran vacío.

El trabajo después de un mes me espera (gran suerte dirían muchos) y yo lo retomo cual resignada. Los primeros días siempre son los mejores porque tienes la sensación de que estás de paso, es un mecanismo de defensa porque si ya de primeras piensas que todos los días de lunes a viernes hasta que llegue Navidad tienes que levantarte a las 7 de la mañana e ir al mismo sitio, ¿no sería para cortarse las venas? Creo que tampoco han ayudado mucho los comentarios de mi compañero y su viaje a Chicna del cual comentaba lo mucho que trabajan los chinos y lo poco que descansan (casi que salgo corriendo para respirar).

Y por último mi vuelta a los madriles, este sitio al que adoro desde la distancia. En estos momentos me vienen a la cabeza amigos que venían de paso y se escandalizaban al ver todo esto; me preguntaban si no me volvía loca por vivir en este caos, y ahora entiendo a lo que se referían. Volviendo del aeropuerto, el autobús cambia su recorrido, la calle Alcalá está cortada y llena de policías. Me bajo en cuanto puedo para poder ir caminando hasta casa. Supongo que no haber estado en Madrid durante el mes de agosto hace que me sienta extraña y mire todo y a todos como si fuesen marcianos. Sin quererlo ya doy mi primera carrera para cruzar un semáforo y eso que no tengo prisa y nadie me espera. Se me ocurre interrumpir mi paseo para hacer una compra de lo que más preciso (ya se sabe que después de las vacaciones las telarañas habitan en la nevera). Primera clavada en el Carrefour Express (y eso que se supone que es más barato) y es en ese momento acuerdo de Oporto y de sus ricos panes a 10 céntimos: primera torcedura de morro que se me acentua según voy encontrándome con todos los modernos del barrio, no puedo con tanta simpleza!!! Me quedo mirando a un chico y su perro de moda; lo lleva suelto o quizá el que se siente así es el dueño ya que ni siquiera se molesta en comprobar si su chucho le sigue a pesar de que éste pobre no hace más que avisarle con sus ladridos de que afloje o se irá con el primero que se ofrezca en prestarle atención: qué manera más moderna de sacar a un perro! Una vez recuperada de la clavada voy a mi tiendita de barrio como las de antaño a comprar cualquier cosa como excusa solamente para confimar que aquello de toda la vida sigue existiendo. Allí me encuentro con esa familia tan entrañable, tan acogedora y tan cómica porque si no fuera por sus atuendos no podría diferenciar quien es la madre, el padre y el hijo, son todos iguales!! Cuando compro el embutido miro al padre y él me recibe con una sonrisa. Aprecio que está moreno, sus pecas destacan más que otras veces y recuerdo que yo también he tomado el sol. Por un momento siento vergüenza. Entendí que su sonrisa era de bienvenida, sabía el por qué de mi ausencia este tiempo y presumía con su nuevo aspecto que él también había tenido sus merecidas vacaciones.

Supongo que todas mis apreciaciones se deben al descoloque que siento. Desde luego la vuelta no me ha sentado nada bien. Entiendo que volver a cualquier sitio que no hayas echado de menos de primeras no es muy agradable. Veremos como prosigue mi momento "no estival" en Madrid.

sábado, 12 de febrero de 2011

UN CUERPO SIN VIDA

Hoy amanecía con la noticia de la existencia de un cadáver debajo de mi balcón: una vecina se había quitado la vida saltando desde un 7º piso. Los demás, aun sabiendo que estaba ella ahí, estábamos obligados a hacer nuestra vida, cada uno en su casa pensando cuándo se llevarían aquel incómodo bulto. Dos policías custodiaban el cuerpo pero ante aquella sábana de puntilla, daban lugar a conversaciones tan triviales como cualquier partido de fútbol.

Cuando llegó el juez, los policías alertaron a los vecinos para no asomarse. Estos avisos en realidad incitan más a la desobediencia, aunque si lo pensamos en frío, qué necesidad tenemos de que nuestra retina grave una imagen tan dantesca como la de una mujer sin vida.

¿Cuánto estaría sufriendo cómo para adelantarse su propia muerte? Algo la estaba quemando tanto por dentro que no encontró más descanso que dejar de existir. Algunas personas lo han pasado tan mal viviendo que su único consuelo es pensar que algún día todo acabará y por fin, parará su maltestar.

Solo encontré sus zapatillas de flores de estar por casa. Esas que hace apenas unas horas cubrían sus pies fríos.

lunes, 31 de enero de 2011

VOLVER A EMPEZAR

- Había mucha sangre.- me contestó él al preguntarle por qué el rojo se traducía en gris ante su mirada.
La sangre de su amada. Por primera vez conoció en abundancia la sangre de su amada. Aquella que por su ausencia le quitó la vida, y le empujó a él a una nueva.
El antes y el después: la fecha que divide en dos mitades tu vida, es la que te indica cuándo comienza tu segunda vez.

sábado, 29 de enero de 2011

¿Un clavo saca otro clavo?

Un clavo tiene que salir primero él solo para que pueda entrar el siguiente. Necesitaba hacer hueco, necesitaba no comparar, no relacionar; llegar a un momento donde el pasado no es doloroso sino que se convierte en un gran desconocido, y es este desconocimiento el que te permite volver a conocer. A partir de ahí, aquella persona que no era la adecuada, se convierte en la pieza que faltaba.

ENCUENTRO FUGAZ

Iba cargado de maletas y de su numerosa familia. Le esperaba una viaje largo, muy largo, hasta llegar a su destino. Había pasado unos días en un país extranjero y ahora se encontraba de regreso.
Tenía la edad en la que los ojos comienzan a despertar y a seguir, con su girar, a todas aquellas féminas que se ponen en su camino; también la edad del pudor, de esa vergüenza que paraliza y que no te deja afrontar.
Solo le vi un instante: se dirigía en metro al aeropuerto junto con los suyos. Aquella chica que se encontraba en el mismo vagón, al lado de la puerta, le observaba con descaro. Él alzaba la mirada por encima de su flequillo y la desviaba en el momento que sus ojos se rozaban con los de ella. Era incapaz de manterse firme. Su madre sentada a su lado, contemplaba la escena con recelo. Podría ser de aquellas madres que quieren mantener cerca a su rebaño, y ese momento lo estaba viviendo como una completa amenaza.
La chica del vagón le daba la espalda para mirarse a través del crital. Eran de la misma edad, pero ella no tenía ningún reparo en retocarse el rimel ante los ojos del resto, ante los ojos de él. Le estaba provocando. Él aprovechaba ese momento para repasar todo el cuerpo de ella: su pelo, cómo le quedaban lo vaqueros, sus piernas... Volvía a mirarle de frente y él se encogía. Quería besarla, apretarla con fuerza pero sabía que era un momento fugaz.
Una voz anunció su parada y en unos segundos las puertas se abrían para indicarla el camino. Él sintió su marcha a pesar de haber compartido apenas unos minutos. Ella ya se había olvidado de aquel momento cuando comenzó a andar. Quizá sería otro de tantos, quizá ni siquiera eso.