viernes, 11 de octubre de 2013

MI VIDA SIN FUNDACION

Con un punto y aparte se cierran estos casi 8 años de trabajo en la Fundación.

A pesar de haberlo pensado desde hace tiempo, deseado con ganas en ocasiones y fantaseado con ello, no había contemplado la posibilidad de sufrir un duelo por la pérdida de todo lo que conlleva no continuar allí trabajando, en concreto, las personas.

La rutina de estos años no va a hacer que me descoloque, ni hasta el abismo que pensaba que iba a sentir al verme sin trabajo, tampoco lo he experimentado. Pero sí sufro por la pérdida de personas con las que me gustaría seguir estando, compartiendo momentos, ayudando... personas que no estarán en mi vida y no porque ya no estén sino porque yo tengo que tomar otro camino que no se cruza con los suyos.

Entorno una puerta de intensos momentos, de lloros, de risas, de amistades nuevas y otras rotas. Un catálogo repleto de todo tipo de vivencias que de alguna manera me han ido puliendo y han contribuido en parte a lo que soy ahora.

Es momento de comenzar una nueva etapa, en este caso la vida que me espera. Aparco lo profesional para despertar mi parte personal en pause durante mucho tiempo. 

Poco a poco el dolor va dejando hueco a la grata sensación de libertad y la distancia que tomaré en breve hará todo más lejano, llegando incluso a convertirlo en ajeno; pero lo que sí creo y estoy convencida de ello es que numerosos nombres no se van a perder en el tiempo sino que me van a acompañar a lo largo de los años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario